Diré que mi nombre es Andrés, ya que las presentaciones admiten siempre cierto decoro. Pero podría ir más allá de lo que a mi mismo me gustaría mostrar de mí, compartiendo una breve descripción de este no muy ordinario redactor...
Es una tarde de octubre que me hechiza por
su orfandad de algidez, el tórrido sol se aprovecha para quemar mi espalda
situada ante la ventana y medio alumbrar los tarros de óleo sobre mi mesa.Todavía
así, al filo de los 17, ostento la habitual singularidad de ser débil ante el
olor del café, las letras de un libro, las notas de un “o fortuna” y
las acometidas de un pincel, que embeben el antojo de
hurtar la albura de los lienzos. Sí, soy débil ante aquello percibido por el
velo del alma: el arte, que es visible por toda mi habitación.El reloj acaba de
marcar las 5:00 p.m., el cielo comienza a verse herido y a esconder tras sus
llagas el sol, las letras que escribo no son más que lo que el céfiro me susurra al oído...
Aún con todo... ¿Quien soy yo? Una gran pregunta, siempre puede ser respondida de una forma poco convencional: Si me defino, me limito.
Te invito a leer el blog, yo pago.
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